Hace unos por la tarde me encontré con una persona a
la que tenía muchísimos años in contactar, habíamos tomado distintos caminos y
el trayecto que seguiríamos nos llevaría a tomar distancia y alejarnos por un
largo tiempo. Y dirán ustedes, ¿qué tiene de especial esta persona? ¿Porque
habría que abordarla en mi blog y hacer una publicación de ese encuentro o de
esa charla?
Al platicar con ella, pude cerciorarme que era la
misma persona de la que me había despedido años atrás, y conforme las horas
transcurrían y vaivén de experiencias seguía incrementando me di cuenta de que
lo difícil que ha sido para ella la transición y el cambio a un nuevo país, lo
complicado que ha resultado el poder avanzar y encontrar algo que de verdad la
haga feliz o al menos le dé una estabilidad y le ayude a mantenerse de pie en
su nueva travesía.
Charlamos sobre nuestra vida, lo que había pasado, los
cambios a los que hemos sido expuestos, lo difícil que ha sido el avanzar, en
fin, tantas cosas que se me vinieron a la mente y tantos recuerdos al volver a
charlar con mi amiga. Pude darme cuenta de mi posición al estar legalmente en
este país y al ver que ella no ha corrido con la misma suerte y ha tenido que
luchar con desesperanza en trabajos inestables, mal pagados y en donde tiene
que hacer un esfuerzo físico por mantenerse vigente en el mismo.
Me di cuenta de lo contrastante de nuestras
situaciones, que tan difícil ha sido para mí el andar en este nuevo mundo y aun
así no se acerca ni un poco a lo que ella ha experimentado. Me percato de lo
que mucho que me he quejado durante estos últimos meses y sin razón, porque al
final del día Dios me dio la oportunidad de caer de pie en los lugares que he
estado y no derrumbarme.
No quiere decir que mis problemas no sean importantes,
ya que sin importar que el tamaño de mis adversidades en ocasiones nos
quebramos y tenemos que buscar un desahogo de los mismos, pero también hay que
agradecer por las bendiciones y las cosas positivas que hemos podido recibir y
que sea como sea han provocado que el trayecto sea más bello y más placentero
de lo que debía ser.
Hay veces en las que uno se torna negativo, temeroso,
dubitativo, e incluso hay ocasiones en las que no nos atrevemos a tomar riesgos
por el miedo a que no se den o que no obtengamos el resultado esperado. Y ese
temor se va haciendo más grande conforme pasan los años, se va haciendo más
pesado, más difícil de superar y probablemente, por pensarlo tanto, por tener
tanta desidia, el tiempo transcurra y de pronto ya estamos en una nueva etapa y
probablemente más complicada.
Date cuenta del lugar en que te encuentras, tal vez
sea un puesto privilegiado y no te has cerciorado de eso. Quizás no estás
avanzando al ritmo que tu esperabas, pero, al final del día sigues dando pasos.
Echa un vistazo atrás, observa tú trayecto, tú andar,
tú recorrido. Todas las experiencias y la vivencias que has plasmado en el muro
de tu vida, todos los momentos que has podido coleccionar, las alegrías que has
provocado, los momentos inolvidables al lado de los tuyos, las etapas tristes y
complicadas, las situaciones de aplomo en las que crees que no podrás salir
avante y al final lo logras, las festividades con tu familia, los ratos de
estrés y nerviosismo, pero sobre todo, los momentos que te hicieron vibrar,
esos que un día dijiste no lo vuelvo a hacer, y al paso del tiempo los repites.
Las noches de aventura, los días llenos de luz y de alegría, las tardes
sosteniendo un café y escuchando una nueva historia, o el momento de compasión
y ternura que alguien muy apegado a ti te hizo sentir.
Recuerda todo eso que te hizo soñar e ilusionarte.
Recuerda todo eso que te hizo ser quien eres y que te convirtió en la persona
que está leyendo esto ahorita. Recuerda que todos los golpes recibidos nos
podrán frenar y lastimar, pero no nos harán sucumbir, al contrario, nos harán
más fuertes y nos empujarán a querer ser mejores y a querer llegar a un mañana
en el que podamos relatar a los más pequeños el bello transcurrir de nuestros
días.
Autor:
Carlos Mitani Sigala
Carlos Mitani Sigala
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