Mírame, aquí estoy, ¿Qué no me vez?, ¿Qué no te das
cuenta de que soy muy feliz?
Observa mi foto, mira mi sonrisa, mira mis ojos
brillar, observa mis labios y mi rostro como denotan alegría, felicidad, emoción,
como quieren demostrar que todo está bien, que nada ha pasado, que las cosas
fluyen de la mejor manera. Mira mi vida, mis noches, observa y analiza mis movimientos,
date cuenta de que vivo al extremo, que mis días son bellísimos si los miras
desde la ventana que te permiso abrir, y que mis noches son mágicas, claro, si abro
la cortina que te permitirá ver que yo no pierdo él tiempo en dormir. Admira mis viajes, mis múltiples aventuras y
vive junto a mí la inmensa dicha que me provoca el hacer todo lo que tú no has
hecho, el lograr mis sueños y demostrarle al mundo que soy un éxito rotundo.
Mira como mis pasos dejan huella, y como te demuestro que
del otro lado de ese teléfono en el que tú me observas, todo marcha de maravilla.
Muérete de envidia al ver que mis paseos son tan singulares y completamente
llenos de aventuras. Admira mis alcances y podrás observar que en mi vida por
lo general existen cosas buenas.
Pero también acompáñame en mis derrotas y fracasos,
hazme sentir que existe alguien del otro lado de ese teléfono, que las
reacciones plasmadas hacia mis publicaciones sirven para hacerme creer que
entiendes completamente por lo que estoy pasando. Hazme olvidar qué del otro
lado de tu celular, aquí conmigo, no existe el vacío, y que no he perdido mi
tiempo al mirar constantemente el cristal de mi teléfono contemplando un mundo
que no es tangible y que sólo me aleja completamente de los que están a mi
alrededor. Hazme creer que del otro lado de mi móvil existe alguien que me toma
virtualmente de la mano y me acompaña por mis momentos más grises.
Enséñame a ser un luchador incansable, un guerrero
moderno, un soldado cibernético, un agitador de las masas digitales, un ser que
pregona con el ejemplo ficticio, un hombre que se agita y enciende las masas
publicando a diestra y siniestra que las cosas no van bien, y hazme sentir que
he hecho mi labor del día al mostrar mi disgusto con mis cientos de amigos virtuales
en mi red social.
Muéstrame el camino a la felicidad con tus tantas
publicaciones llenas de sabiduría, llévame por el camino del bien y enséñame
que dentro de esta cajita tecnológica puedo encontrar la llave que me llevará
por el sendero del triunfo.
Haz que la cantidad de amigos digitales crezcan y que
los amigos que realmente se encontraban a mi lado desaparezcan. Aléjame de mis padres,
pero permíteme mostrarle al mundo entero que soy el mejor hijo de este planeta.
Llena de vida mi muro virtual, y publica todas y cada una de mis aventuras,
enséñale al mundo que soy único, diferente, original y que no soy una copia al
repetir todas y cada una de las modas que aparecen en internet. Haz que mis
conocimientos se degraden y desaparezcan al atrofiar mi mente con todas las
cosas que encuentro en el mundo virtual. Permíteme probar esa droga diaria y
hazme sentir que la gente está interesada en lo que publico. Hazme popular
frente a los demás, que todos me volteen a ver, ya no quiero ser ignorado.
Haz que todo lo que veo detrás de este cristal sea
real. No quiero darme cuenta que mi vida ha sólo sido sueño.
No cabe duda que vivimos en mundo más complejo que el
de hace unos años. Un mundo en el que las personas están más conscientes de lo
que sucede en el mundo y sus habitantes, pero en el cuál esos mismos seres se
encuentran cada día más ausentes. Un mundo en donde cuenta mucho más publicar
una injusticia y mostrarla al mundo, antes que hacer algo por detenerla, donde
es más importante mostrar que soy un buen samaritano, antes que preocuparme por
ayudar.
Las redes sociales son un arma muy poderosa, pero a la
vez, como todas las armas, pueden terminar por destruirnos a nosotros mismos.
Para todas las cosas debe de haber un límite, un control, o al menos deberíamos
de tener el sentido común para darnos cuenta de que el uso excesivo de las
redes nos llevará a descuidar aspectos mucho más importantes de nuestra vida.
Ponle pausa y aléjate un tiempo de tu celular. Abre
los ojos y mira a tu alrededor. Tal vez cuando lo hagas, veas que hay un mundo
de verdad allá afuera por descubrir, y que no se necesita ser compartido en
ninguna red social, sino requiere compartirse con los que están a tu alrededor.
Abre la puerta de tu calabozo virtual.
Autor:
Carlos Mitani Sigala
Carlos Mitani Sigala
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the Gate of your Virtual Dungeon

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